endless.
19.5.12
A veces pienso en todo lo que me gustaría hacer en un día. Como si el mundo fuese a terminar y tuviésemos un día interminable para hacer lo que quisiéramos sin que nada importase más que las ganas de hacerlo.
Me daría una ducha de hidromasaje, saldría muy guapo de la ducha y me perfumaría con Gucci, el perfume que huele a Catedral de Burgos y que ya no se fabrica.
Después me iría a Madrid Río, que está todo muy nuevecito y es guay para pasarse las horas muertas en buena compañía. Tomaría el sol hasta notar la piel seca y tirante, me encanta esa sensación. Beberíamos cerveza sin parar y nos reiríamos hasta tener agujetas en la tripa y llorar.
Iríamos a comer, sin prisas, al templo de Debod. Me reuniría con todos mis amigos para hacer el mejor picnic del mundo, cada uno llevaríamos algo de comida y compartiríamos. Haríamos barquitos en la salsa de la carne y, de postre, nos pelearíamos con la nata de las fresas. Qué infantil y a la vez qué divertido es jugar con la comida.
Nos quedaríamos todos dormidos, amontonados unos encima de otros. Oyéndonos respirar, nos escucharíamos los latidos del corazón y nos reiríamos de aquel que roncara. Aprovecharíamos para decirnos todo lo que nunca nos dijimos y repetir lo que nos habíamos dicho ya. Porque hay cosas que merece la pena escuchar una y otra vez. En modo repeat.
El resto del día nos dejaríamos llevar, comeríamos comida grasienta, hasta no poder más. Inventaríamos nuevas palabras, de significados absurdos para el resto, pero que para nosotros significasen todo o nada.
Ese día sería sábado. Me levantaría tarde, super tarde. Habría dormido tan, tan, tan bien que no merecía la pena despertar. Me despertaría con una sonrisa y desayunaría café con leche, cereales y yogur con fruta.
Me daría una ducha de hidromasaje, saldría muy guapo de la ducha y me perfumaría con Gucci, el perfume que huele a Catedral de Burgos y que ya no se fabrica.
Después me iría a Madrid Río, que está todo muy nuevecito y es guay para pasarse las horas muertas en buena compañía. Tomaría el sol hasta notar la piel seca y tirante, me encanta esa sensación. Beberíamos cerveza sin parar y nos reiríamos hasta tener agujetas en la tripa y llorar.
Iríamos a comer, sin prisas, al templo de Debod. Me reuniría con todos mis amigos para hacer el mejor picnic del mundo, cada uno llevaríamos algo de comida y compartiríamos. Haríamos barquitos en la salsa de la carne y, de postre, nos pelearíamos con la nata de las fresas. Qué infantil y a la vez qué divertido es jugar con la comida.
Nos quedaríamos todos dormidos, amontonados unos encima de otros. Oyéndonos respirar, nos escucharíamos los latidos del corazón y nos reiríamos de aquel que roncara. Aprovecharíamos para decirnos todo lo que nunca nos dijimos y repetir lo que nos habíamos dicho ya. Porque hay cosas que merece la pena escuchar una y otra vez. En modo repeat.
El resto del día nos dejaríamos llevar, comeríamos comida grasienta, hasta no poder más. Inventaríamos nuevas palabras, de significados absurdos para el resto, pero que para nosotros significasen todo o nada.
Saltar. Gritar. Tropezar. Reir. Llorar. Correr. Tumbarse.
11 comentarios
Ha sido un poco acojonante de bueno este post. Enhorabuena.
ResponderEliminarUy, gracias! Permaneces en el anonimato, sr/sra anónimo?
EliminarSiempre ha sido mejor dar juego a la imaginación.
EliminarQué mosqueo! Ni siquiera una pista?
EliminarNi tan sólo. Letras somos todos, y a la par no somos nadie.
ResponderEliminarPues vaya. Esas cosas me quitan el sueño!
EliminarYo no soy anónimo, yo soy un seguidor tuyo, sobre todo cuando haces cosas como esta.
ResponderEliminarSencillo y sincero...ainsssss
;-)
Uy, un seguidor! <3 Lo nuestro es mutuo jajaj
Eliminar<3.
ResponderEliminar¿Has podido dormir perfectamente sin identidades al respecto?
ResponderEliminarNo. Creo que jamás recuperaré el sueño.
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